Actualidad
Cántico de las criaturas
Himno de amor nacido de un corazón que ve en toda la creación un reflejo del rostro de Dios. San Francisco contempla al sol, la luna, el viento y el agua no como realidades lejanas, sino como hermanos y hermanas que lo acompañan en su peregrinar.
El Cántico de las Criaturas, compuesto por San Francisco de Asís, es una alabanza sencilla y profunda que brota de un corazón que ha descubierto la hermandad universal de toda la creación. En esta oración, el poverello contempla el mundo no como un escenario lejano, sino como una familia viva donde cada elemento —el sol, la luna, las estrellas, el viento, el agua, el fuego y la tierra— se convierte en hermano y hermana, reflejo del amor de Dios.
Francisco eleva su voz en gratitud, reconociendo en la belleza y en la humildad de la naturaleza el resplandor del Creador. No hay criatura pequeña ni insignificante: todas, en su sencillez, proclaman la bondad divina y se convierten en puente hacia la alabanza eterna.
Este cántico, nacido en la pobreza y en la entrega, es también un himno de reconciliación, pues invita al hombre a vivir en paz con Dios, con los hermanos y con la creación entera. En él resuena la certeza de que la vida, incluso en el dolor y en la muerte corporal, encuentra su plenitud en la misericordia del Altísimo.
El Cántico de las Criaturas sigue siendo hoy un eco de alabanza y de fraternidad universal, una llamada a reconocer que todo lo creado es don, y que el corazón humano alcanza su plenitud cuando se une al coro de la creación para bendecir al Señor.